miércoles, 23 de septiembre de 2009

Algo hicimos mal

“ALGO HICIMOS MAL”
Palabras del presidente Óscar Arias en la Cumbre de las Américas
Trinidad y Tobago
18 de abril del 2009

Tengo la impresión de que cada vez que los países caribeños y latinoamericanos se reúnen con el presidente de los Estados Unidos de América, es para pedirle cosas o para reclamarle cosas. Casi siempre, es para culpar a Estados Unidos de nuestros males pasados, presentes y futuros. No creo que eso sea del todo justo.
No podemos olvidar que América Latina tuvo universidades antes de que Estados Unidos creara Harvard y William & Mary, que son las primeras universidades de ese país. No podemos olvidar que en este continente, como en el mundo entero, por lo menos hasta 1750 todos los americanos eran más o menos iguales: todos eran pobres.
Cuando aparece la Revolución Industrial en Inglaterra, otros países se montan en ese vagón: Alemania, Francia, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda… y así la Revolución Industrial pasó por América Latina como un cometa, y no nos dimos cuenta. Ciertamente perdimos la oportunidad.
También hay una diferencia muy grande. Leyendo la historia de América Latina, comparada con la historia de Estados Unidos, uno comprende que Latinoamérica no tuvo un John Winthrop español, ni portugués, que viniera con la Biblia en su mano dispuesto a construir “una Ciudad sobre una Colina”, una ciudad que brillara, como fue la pretensión de los peregrinos que llegaron a Estados Unidos.
Hace 50 años, México era más rico que Portugal. En 1950, un país como Brasil tenía un ingreso per cápita más elevado que el de Corea del Sur. Hace 60 años, Honduras tenía más riqueza per cápita que Singapur, y hoy Singapur –en cuestión de 35 ó 40 años– es un país con $40.000 de ingreso anual por habitante. Bueno, algo hicimos mal los latinoamericanos.
¿Qué hicimos mal? No puedo enumerar todas las cosas que hemos hecho mal. Para comenzar, tenemos una escolaridad de 7 años. Esa es la escolaridad promedio de América Latina y no es el caso de la mayoría de los países asiáticos. Ciertamente no es el caso de países como Estados Unidos y Canadá, con la mejor educación del mundo, similar a la de los europeos. De cada 10 estudiantes que ingresan a la secundaria en América Latina, en algunos países solo uno termina esa secundaria. Hay países que tienen una mortalidad infantil de 50 niños por cada mil, cuando el promedio en los países asiáticos más avanzados es de 8, 9 ó 10.
Nosotros tenemos países donde la carga tributaria es del 12% del producto interno bruto, y no es responsabilidad de nadie, excepto la nuestra, que no le cobremos dinero a la gente más rica de nuestros países. Nadie tiene la culpa de eso, excepto nosotros mismos.
En 1950, cada ciudadano norteamericano era cuatro veces más rico que un ciudadano latinoamericano. Hoy en día, un ciudadano norteamericano es 10, 15 ó 20 veces más rico que un latinoamericano. Eso no es culpa de Estados Unidos, es culpa nuestra.
En mi intervención de esta mañana, me referí a un hecho que para mí es grotesco, y que lo único que demuestra es que el sistema de valores del siglo XX, que parece ser el que estamos poniendo en práctica también en el siglo XXI, es un sistema de valores equivocado. Porque no puede ser que el mundo rico dedique 100.000 millones de dólares para aliviar la pobreza del 80% de la población del mundo –en un planeta que tiene 2.500 millones de seres humanos con un ingreso de $2 por día– y que gaste 13 veces más ($1.300.000.000.000) en armas y soldados.
Como lo dije esta mañana, no puede ser que América Latina se gaste $50.000 millones en armas y soldados. Yo me pregunto: ¿quién es el enemigo nuestro? El enemigo nuestro, presidente Correa, de esa desigualdad que usted apunta con mucha razón, es la falta de educación; es el analfabetismo; es que no gastamos en la salud de nuestro pueblo; que no creamos la infraestructura necesaria, los caminos, las carreteras, los puertos, los aeropuertos; que no estamos dedicando los recursos necesarios para detener la degradación del medio ambiente; es la desigualdad que tenemos, que realmente nos avergüenza; es producto, entre muchas cosas, por supuesto, de que no estamos educando a nuestros hijos y a nuestras hijas.
Uno va a una universidad latinoamericana y todavía parece que estamos en los sesenta, setenta u ochenta. Parece que se nos olvidó que el 9 de noviembre de 1989 pasó algo muy importante, al caer el Muro de Berlín, y que el mundo cambió. Tenemos que aceptar que este es un mundo distinto, y en eso francamente pienso que todos los académicos, que toda la gente de pensamiento, que todos los economistas, que todos los historiadores, casi que coinciden en que el siglo XXI es el siglo de los asiáticos, no de los latinoamericanos. Y yo, lamentablemente, coincido con ellos. Porque mientras nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías, seguimos discutiendo sobre todos los “ismos” (¿cuál es el mejor? capitalismo, socialismo, comunismo, liberalismo, neoliberalismo, socialcristianismo...), los asiáticos encontraron un “ismo” muy realista para el siglo XXI y el final del siglo XX, que es el pragmatismo . Para solo citar un ejemplo, recordemos que cuando Deng Xiaoping visitó Singapur y Corea del Sur, después de haberse dado cuenta de que sus propios vecinos se estaban enriqueciendo de una manera muy acelerada, regresó a Pekín y dijo a los viejos camaradas maoístas que lo habían acompañado en la Larga Marcha: “Bueno, la verdad, queridos camaradas, es que mí no me importa si el gato es blanco o negro, lo único que me interesa es que cace ratones” . Y si hubiera estado vivo Mao, se hubiera muerto de nuevo cuando dijo que “ la verdad es que enriquecerse es glorioso ”. Y mientras los chinos hacen esto, y desde el 79 a hoy crecen a un 11%, 12% o 13%, y han sacado a 300 millones de habitantes de la pobreza, nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías que tuvimos que haber enterrado hace mucho tiempo atrás.
La buena noticia es que esto lo logró Deng Xioping cuando tenía 74 años. Viendo alrededor, queridos Presidentes, no veo a nadie que esté cerca de los 74 años. Por eso solo les pido que no esperemos a cumplirlos para hacer los cambios que tenemos que hacer.
Muchas gracias.

Salvar el planeta es más barato que aniquilarlo

SALVAR EL PLANETA ES MAS BARATO QUE ANIQUILARLO

Óscar Arias Sánchez
Presidente de la República de Costa Rica
Cumbre de Cambio Climático, Naciones Unidas
Naciones Unidas, Nueva York
22 de septiembre de 2009


Amigas y amigos:

Siento que el privilegio de hablar en esta cumbre no me fue concedido a mí como persona, sino al centenar de países de renta media que merecen una voz audible en el cónclave al borde del precipicio del planeta. Cada uno de nosotros representa en este recinto la presencia silenciosa de cientos de millones de seres humanos, que sumados conforman una especie prodigiosa en el último peñasco de su supervivencia. Una especie que nos pide que tengamos el coraje, el elemental coraje, de escoger la vida por sobre cualquier desacuerdo.
No he venido aquí a señalar culpables. En primera instancia, porque estoy consciente de que somos los herederos de los errores que otros cometieron en el pasado. Y en segunda instancia, porque creo que si vamos a construir, conjuntamente, un destino posible para la humanidad, será preciso que abandonemos la penosa práctica de eludir las responsabilidades mediante el juego de las excusas y las recriminaciones. Espero, eso sí, que las naciones que más han contribuido a crear este estado de cosas, y que más provecho han derivado de un desarrollo insostenible, tengan también la hidalguía de ser hoy las más dispuestas a enmendar el rumbo y prestar una mano solidaria.
El dilema que enfrentamos es brutalmente sencillo: los países desarrollados pueden hacer mucho por reducir sus emisiones de carbono, pero no será suficiente; los países pobres pueden hacer algo, pero no será significativo; y las naciones de renta media pueden hacer bastante, pero sin energía limpia y barata afectarán el ritmo de crecimiento de sus economías. Este empate político global nos lleva directo al acantilado. Necesitamos hacer más, y sobre todo necesitamos hacerlo más rápido. No tenemos veinte, cuarenta o sesenta años para cambiar radicalmente las cosas. Tenemos, a lo sumo, ocho años.
En este tiempo, debemos idear la manera de traer el precio de las energías renovables a un nivel accesible para las naciones en vías de desarrollo. Debemos mejorar sustancialmente la eficiencia de nuestro consumo energético actual. Debemos preservar urgentemente los bosques que están siendo destruidos, declarando zonas protegidas, compensando a los propietarios de bosques privados, y llevando a escala mecanismos como el Programa de Reducción de Emisiones de Carbono, causadas por la Deforestación y la Degradación de los Bosques, la iniciativa REDD+ de las Naciones Unidas. Debemos diseñar vías de transferencia multitudinaria de información y tecnología, asegurando que la experiencia exitosa en un rincón del mundo, sea el imperativo categórico en el otro. Debemos forjar alianzas creativas y robustas entre el sector público y el sector privado, que nos permitan hacer de la conservación ambiental un activo y no un gasto de nuestras empresas, algo que Costa Rica ha hecho con éxito.
Debemos invertir en adaptarnos al cambio climático, en particular en los países en desarrollo que, por su exposición geográfica, sus bajos ingresos, su mayor dependencia de la agricultura y su endeble infraestructura, sufren más como consecuencia de las sequías, los huracanes y las inundaciones que han recrudecido en los últimos años. Y finalmente, y esto es crucial, debemos aumentar sensiblemente la cooperación internacional. El año pasado, los países miembros de la OCDE dedicaron 120 mil millones de dólares a la ayuda internacional para el desarrollo, menos de la mitad de lo que están obligados a brindar conforme con acuerdos internacionales suscritos. Esa ayuda, además, ha sido errática, casuística y ayuna de prioridades y pensamiento estratégico. Debemos construir una plataforma internacional en contra del calentamiento global, que nos permita canalizar rápidamente la ayuda, la información y la tecnología de un país a otro. Y aunque todo esto sea oneroso, debemos hacerlo de inmediato.
La buena noticia es que salvar el planeta es más barato que aniquilarlo. Lo que es más, solucionar el problema del calentamiento global y preservar la vida, costaría sólo una fracción de lo que cada año destinamos a la empresa de la muerte. Con apenas un porcentaje de los 13 millones de millones de dólares que, como mínimo, se destinarán al gasto militar en los próximos 10 años, podríamos cubrir la totalidad del costo de estabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo. El más cínico de los generales podría decir que la demencial carrera armamentista constituye una reserva para emergencias futuras. Hoy quiero decirles que la emergencia ha llegado. El mundo tiene en el gasto militar una cuenta de ahorros que debe ser empleada para salvar a nuestra especie contra un enemigo que es real. Y puede hacerlo sin renunciar a la seguridad de sus ejércitos, cuya necesidad no comparto pero entiendo. Se trata de corregir los excesos en un lado, para atender las carencias en el otro, porque de nada nos servirá contar con submarinos nucleares cuando el océano sea una pila ardiente, con helicópteros artillados cuando el cielo sea una nube negra, o con misiles que no tendrán en la mira más que cucarachas en el desierto.
Hoy estamos llamados a cambiar por completo. Debemos repensar la forma en que vivimos, la forma en que nos desarrollamos, y como el conquistador, Hernán Cortés, deshacernos de las naves que nos trajeron hasta aquí. Queda poco tiempo para Copenhague. Ningún líder debe refugiarse en los detalles como mecanismo para evadir los compromisos. Los grandes rasgos de nuestra nueva historia están trazados. Queda por ver si tendremos el coraje, el elemental coraje, de escoger la vida y empezar de nuevo.
Muchas gracias.

Dichosos los humildes

DICHOSOS LOS HUMILDES © by Ricardo Vanella

La semana pasada estuvimos en Costa Rica con el equipo de Clase Ejecutiva, en donde entrevistamos al Sr. Presidente de esa República, al Presidente de su Congreso, a tres de sus Ministros (Educación, Comercio Exterior, Turismo), y al Director de su entidad promotora del comercio internacional.

Las primeras entrevistas que emiteremos en Clase Ejecutiva TV (canal Metro, jueves 22:30 hrs.), son las realizadas con el Sr. Presidente de esa nación, el Dr. Oscar Arias Sánchez, en los dos próximos jueves seguidos: 24 de septiembre y 1º de octubre de 2009.

Es importante destacar que -a más de ser el mediador en el reciente conflicto de Honduras- el Dr. Oscar Arias fue, en los años 80’, el arquitecto de la pacificación de Centroamérica, por lo cual recibió, justamente, el Premio Nobel de la Paz en 1987. Su discurso "Algo hicimos mal", pronunciado en Abril pasado durante la cumbre de las Américas de Trinidad & Tobago, viajó por las computadoras de todo el mundo; su texto afirma, tajante, que el principal enemigo de nuestra región ha sido y es, en realidad, la ignorancia y la falta de educación. Este abogado, economista, politólogo, empresario y filosófo, es reconocido en la actualidad -por su trayectoria, su visión geoestratégica y su participación internacional- como uno de los grandes estadistas del mundo. El testimonio que veremos en Clase Ejecutiva TV confirma abundantemente su extraordinario espesor intelectual.

Costa Rica tiene un territorio apenas mayor que el de nuestra Provincia de Jujuy. Hace 25 años, parte de su población caminaba literalmente descalza y exportaba sólo 4 productos básicos. Hoy exporta más de 3.400 productos a los cinco continentes, con un promedio de USD 2.000 exportado/per cápita (superior a los aproximadamente 1.600 dólares de Argentina y a los aproximadamente 1.000 dólares de Brasil); y ya ha firmado acuerdos de libre comercio con regiones enteras y con superpotencias, como EE.UU. y próximamente China.

A Costa Rica no le sobra nada, pero está comprometida para que tampoco le falte.

Es el país con la tasa de mortalidad infatil más baja de todo el continente americano (comparable sólo con algunos países europeos), con un sistema de salud muy completo, público y gratuito. La cobertura de la escuela primaria es del 100% y la tasa de alfabetización es del 97%.

El 98% del territorio tiene servicio de energía eléctrica, que proviene casi en su totalidad de recursos renovables (hidrogeneración). Está considerado (por distintas instituciones, tales como la OMC, OMS, OIT, FMI, Banco Mundial, Mercer, etc.), el primer país de América Latina en los siguientes rubros: Desempeño Ambiental, Libertad de Prensa, Grado de Democracia, Competitividad Turística, Paz y Honestidad.

Dirigentes y dirigidos trabajan para ser en el 2021 el primer y único país del planeta completamente libre de producción de gases contaminantes.

Finalmente, un pequeño dato adicional: por su ambiente favorable para vivir, trabajar y hacer negocios, varias empresas de primera línea se están estableciendo en Costa Rica, para producir bienes y servicios, inclusive de altísima tecnología. Pero no se detienen sólo en microchips y esas menudencias; en efecto, allí están fabricando los motores de plasma (una nueva tecnología de propulsión), nada menos que para equipar la nave de la primera misión espacial a Marte tripulada por humanos.

Con entusiasmo argentino, invito a usted a ver estas entrevistas de manera objetiva, sin sobredimensionar ni menospreciar. Aunque bien sabemos que el paraíso no existe en la Tierra, ellas contienen un mensaje esperanzador: es probable que haya por allí aquellos que con mucho hacen poco; pero también existen pruebas vivientes de que, con poco, se puede hacer mucho. Sin mandarse la parte, y habiendo partido desde la pobreza, hay quienes han puesto proa hacia la prosperidad; y están construyendo -con las virtudes y defectos propias del género humano- un contexto de paz, de discernimiento y de respeto, donde impera el estado de derecho y la gente puede evolucionar.

Tal vez sea un momento oportuno para que, desde la tranquilidad de nuestros hogares, miremos serenamente por televisión cómo lo hacen: con conciencia de país, de forma sencilla, con escasos recursos, pero con un plan cardinal y una organización interna que comprende el valor de las jerarquías y el consenso, sumado al beneficioso ejercicio de una estratégica inserción internacional.

www.claseejecutiva.tv

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Fraguando un sueño

Tal y como sucede con el concreto, el cual se produce cuando el cemento se combina con el agua para lograr una pasta y luego le son agregados la arena y la piedra, para que frague y endurezca en una reacción química hasta lograr su máxima resistencia; igual nos ha pasado en la Fundación Costa Rica – Canadá con el Programa de Erradicación de Precarios.
Este sueño que inició como un proyecto a mediados del 2006, ha requerido de la paciente combinación de todas nuestras capacidades, destrezas y experiencia, primero para echarlo a andar, luego para desarrollarlo y ahora, tres años después, para hacerlo consistente, fuerte y duradero.
Es sin duda esa combinación de voluntad, empeño y compromiso que caracteriza al personal y áreas de trabajo de la Fundación, combinado con el aporte de los recursos estatales, lo que ha hecho posible que hoy muchas familias disfruten, se beneficien y hagan propias tantas obras logradas en los proyectos realizados.
Porque para las familias de La Angosta, El Futuro, Sector 1 de Los Guido de Desamparados, Venecia y La Capri, el poder tener agua potable en sus casas, caminar sobre aceras de concreto y no sobre el barro, que sus hijos tengan un lugar donde recrearse y que las aguas negras no corran por sus patios, ya dejó de ser un sueño y hoy es una realidad. Igualmente, las familias de Las Brisas, Las Victorias, Bajo Tejares, San Martín de Nicoya, Cerro Verde, Mandarinas y 25 de julio, hoy son testigos de la “reacción química” que los llevará muy pronto, a ofrecer a sus hijos la calidad de vida que merecen.
Además, ya en nuestra batidora estamos empezando a mezclar los materiales para ofrecer esperanza y concretar los sueños de quienes habitan en Llanos de Santa Lucía en Paraíso, Cocorí de Pérez Zeledón, Lirios en Limón, Sectores 6 y 7 de los Guido de Desamparados y Miramar en Puriscal.
Quizás no nos hemos percatado, pero estos tres años no han pasado en vano. Miles de familias han vuelto a creer que es posible una vida mejor, que hay esperanza en medio de la pobreza y la exclusión. Y en el proceso, hemos hecho que la Fundación sea más sólida, más capaz, más eficiente y que produzca un impacto social mucho mayor.