viernes, 14 de enero de 2011

Discurso del Presidente Obama en Tucson, Arizona

Discurso del Presidente Obama en ocasión de la ceremonia en memoria de las víctimas del tiroteo en Tucson, Arizona. Realmente digno de leerse y analizarse.


LA CASA BLANCA
Oficina del Secretario de Prensa
Para Publicación Inmediata
12 de enero, 2011

DECLARACIONES DEL PRESIDENTE
EN CEREMONIA EN MEMORIA DE LAS VICTIMAS
DEL TIROTEO EN TUCSON, ARIZONA

"TOGETHER WE THRIVE: TUCSON AND AMERICA,"
McKale Memorial Center
University of Arizona
Tucson, Arizona

6:43 P.M. MST

EL PRESIDENTE: Gracias. (Aplausos.) Muchas gracias. Por favor tomen asiento. (Aplausos.)

A las familias de los caídos; a todos sus amigos; a los estudiantes de esta universidad; los funcionarios públicos congregados aquí, y los residentes de Tucson y los residentes de Arizona: He venido esta noche como estadounidense que, como todos los estadounidenses, se arrodilla a rezar con ustedes hoy y estará de su lado mañana. (Aplausos.)

No hay palabras para llenar el vacío repentino en su corazón. Pero sepan lo siguiente: las esperanzas de una nación están aquí presentes esta noche. Estamos de luto con ustedes por los caídos. Sentimos su pena. Sumamos a la suya nuestra fe en que la congresista Gabrielle Giffords y las otras víctimas sobrevivientes de esta tragedia se recuperarán. (Aplausos.)

Las Escrituras nos dicen:

Un río cuyos brazos alegran la ciudad de Dios,

la más santa morada del Altísimo.

Dios está en ella, nunca caerá;

Él la socorrerá al despuntar la aurora.

La mañana del sábado, Gabby, su personal y muchos de sus electores se reunieron afuera de un supermercado para ejercer su derecho de asamblea pacífica y libre expresión. (Aplausos.) Estaban poniendo en práctica un principio fundamental de la democracia vislumbrado por nuestros fundadores: representantes del pueblo que responden a sus electores, para así llevar sus inquietudes a la capital de nuestro país. Gabby lo llamaba "El Congreso en su esquina" ("Congress on Your Corner"), simplemente una versión moderna del gobierno del pueblo, por y para el pueblo. (Aplausos.)

Y esa escena típicamente estadounidense, esa fue la escena que las balas del asesino hicieron añicos. Y las personas que perdieron la vida el sábado también representaban lo mejor de nosotros y lo mejor de Estados Unidos. (Aplausos.)

El juez John Roll estuvo al servicio de nuestro sistema legal durante casi 40 años. (Aplausos.)El juez Roll, egresado de esta universidad y su facultad de derecho, fue recomendado para el tribunal federal por John McCain hace 20 años -- (Aplausos)-- nombrado por el Presidente George H.W. Bush y llegó a ser el presidente del tribunal federal de Arizona. (Aplausos.)

Sus colegas lo describieron como el más dedicado juez del Noveno Distrito. Acababa de ir a misa, como hacía todos los días, cuando decidió pasar a saludar a su congresista. John deja a su querida esposa, Maureen, sus tres hijos y sus cinco nietos hermosos. (Aplausos.)

George y Dorothy Morris -a quien sus amigos llamaban "Dot"- se hicieron novios en la secundaria, se casaron y tuvieron dos hijas. Hacían todo juntos, recorrían las carreteras en su vehículo de recreo, disfrutando lo que sus amigos describían como una luna de miel que había durado 50 años. La mañana del sábado pasaron por Safeway para escuchar hablar a su congresista. Cuando comenzó la balacera, George, ex infante de Marina, trató instintivamente de proteger a su esposa. (Aplausos.) Ambos fueron heridos de bala. Dot falleció.

Phyllis Schneck, oriunda de Nueva Jersey, se jubiló en Tucson para escapar de la nieve. Pero en el verano regresaba al este, donde su vida giraba en torno de sus tres hijos, siete nietos y una bisnieta de dos años. Era una talentosa costurera de mantas y a menudo trabajaba bajo su árbol favorito o a veces cosía mandiles con los logotipos de los Jets y Giants -- (risas) -- para donar en la iglesia en la que trabajaba como voluntaria. A pesar de ser republicana, simpatizaba con Gabby y quería llegar a conocerla mejor. (Aplausos.)

Dorwan y Mavy Stoddard crecieron juntos en Tucson hace aproximadamente 70 años. Se mudaron lejos y cada uno tuvo su propia familia, pero después de que ambos enviudaron, terminaron nuevamente aquí, "para volver a ser novios", como lo expresó una de las hijas de Mavy. (Risas.)

Cuando no estaban viajando en su casa rodante, se les podía encontrar aquí cerca, ayudando a la gente necesitada en la Mountain Avenue Church of Christ. Dorwan, albañil jubilado, pasaba su tiempo libre haciendo arreglos en la iglesia con su perro, Tux. Su acto final de altruismo fue arrojarse sobre su esposa y sacrificar la vida por la de ella. (Aplausos.)

Todo lo que Gabe Zimmerman hacía, lo hacía con fervor. (Aplausos.) Pero su verdadera pasión era ayudar a la gente. Como director de extensión de Gabby, se tomaba a pecho la atención de miles de sus electores, asegurándose de que las personas mayores recibieran los beneficios de Medicare a los que tenían derecho, que los veteranos recibieran las medallas y atención que merecían, y que el gobierno atendiera las necesidades de la gente común y corriente. Falleció haciendo lo que le encantaba hacer: hablar con la gente y ver la manera de ayudar. Gabe deja a sus padres, Ross y Emily, su hermano, Ben, y su novia, Kelly, con quien se planeaba casar el próximo año. (Aplausos.)

Y también estaba Christina Taylor Green, de nueve años. Christina era una estudiante sobresaliente, bailarina, gimnasta y nadadora. Decidió que quería ser la primera pelotera de las Ligas Mayores y ya que era la única niña en su equipo de las Pequeñas Ligas, nadie lo dudaba. (Aplausos.)

Demostraba un amor por la vida poco común entre las niñas de su edad. Le recordaba a su madre, "Estamos colmados de bendiciones. Nuestra vida es estupenda". Y compartía recíprocamente esas bendiciones participando en una obra benéfica que ayudaba a niños menos afortunados.

La repentina muerte de todos ellos nos parte el alma. Tenemos el alma hecha pedazos; sin embargo también tenemos motivo para sentir consuelo.

Se nos llena el corazón de esperanza y agradecimiento por los 13 estadounidenses que sobrevivieron el tiroteo, entre ellos la congresista a la que muchos de ellos acudieron a ver el sábado. Acabo de regresar del University Medical Center, apenas a una milla de aquí, donde nuestra amiga Gabby lucha valientemente para recuperarse en este preciso momento. Y les quiero decir -- su esposo Mark está presente y me ha permitido compartir esto con ustedes - justo despues de que fuimos a visitar, pocos minutos luego de que dejamos su sala de recuperación, y algunos de sus colegas del Congreso estaban con ella en esa sala, Gabby abrió los ojos por primera vez. (Aplausos.) Gabby abrió los ojos por primera vez. (Aplausos.)

Gabby abrió sus ojos. Gabby abrió sus ojos, asi que les puedo decir que sabe que estamos aquí. Sabe que la amamos. Y sabe que la apoyaremos en el transcurso de lo que sin duda será una travesía difícil. La estamos apoyando. (Aplausos.)

Tenemos el corazón lleno de gratitud por esa buena noticia, y tenemos el corazón lleno de gratitud por quienes salvaron a otros. Le agradecemos a Daniel Hernández -- (aplausos) -- voluntario en la oficina de Gabby. (Aplausos.)

Y Daniel, lo siento, lo puedes negar, pero hemos decidido que eres un heroe porque -- (aplausos) -- en medio del caos acudiste corriendo a socorrer a tu jefa, para ocuparte de sus heridas a fin de ayudar a mantenerla viva. (Aplausos.)

Estamos agradecidos con los hombres que derrumbaron al asesino cuando este se detuvo a recargar su arma. (Aplausos.)Ahí mismo están. (Aplausos.) Estamos agradecidos con una mujer menuda Patricia Maisch, quien le arrebató las municiones al asesino, e indudablemente salvó algunas vidas. (Aplausos.) Y estamos agradecidos con los médicos y enfermeros y socorristas que hicieron maravillas para atender a los heridos. Estamos agradecidos con ellos. (Aplausos.)

Estos hombres y mujeres nos recuerdan que el heroísmo no sólo se encuentra en los campos de batalla. Nos recuerdan que el heroísmo no requiere capacitación especial ni fuerza. El heroísmo está aquí, a todo nuestro alrededor, en el corazón de muchísimos de nuestros conciudadanos, a todo nuestro alrededor, listos para responder, como sucedió la mañana del sábado.

Sus actos y su altruismo también representan un desafío para cada uno de nosotros. Hacen que nos preguntemos lo que se requiere de nosotros en el futuro, aparte de oraciones y manifestaciones de interés. ¿Cómo podemos rendirles homenaje a los caídos? ¿Cómo podemos ser fieles a su memoria?

¿Ven? Cuando sucede una tragedia como esta, es natural exigir explicaciones, tratar de imponer cierto orden en medio del caos y encontrarle sentido a lo que parece carecerlo. Ya hemos visto el inicio de un diálogo nacional, no solo sobre las motivaciones de esta matanza, sino todo tipo de tema, desde los aspectos positivos de las leyes sobre la seguridad de las armas hasta la calidad de nuestro sistema de salud mental. Y gran parte de este proceso, del debate sobre lo que se podría hacer para evitar tragedias tales en el futuro, es un ingrediente esencial del ejercicio de nuestra autonomía.

Pero en tiempos en que nuestro discurso ha pasado a ser tan polarizado -tiempos en que estamos demasiado deseosos de echarles la culpa por todos los problemas del mundo a quienes discrepan con nosotros- es importante que hagamos una pausa por un momento y nos aseguremos de estar hablando unos con los otros de una manera conciliadora, mas no hiriente. (Aplausos.)

La Biblia nos dice que hay maldad en el mundo y que suceden cosas terribles por motivos que no logramos comprender. En las palabras de Job, "cuando esperaba la luz, vino la oscuridad". Suceden cosas malas, y debemos evitar explicaciones simplistas posteriormente.

Pero lo cierto es que ninguno de nosotros puede saber exactamente qué provocó este ataque despiadado. Ninguno de nosotros puede saber con certeza alguna lo que podría haber evitado que se dispararan esos tiros ni qué merodeaba en lo más recóndito de la mente de un hombre violento.

Entonces, sí, debemos examinar todos los hechos detrás de esta tragedia. No podemos ni seremos pasivos ante tal violencia. Debemos estar dispuestos a impugnar lo que dábamos por supuesto para disminuir la posibilidad de semejante violencia en el futuro. (Aplausos.) Pero lo que no podemos hacer es usar esta tragedia como otra ocasión más para atacarnos el uno al otro. (Aplausos.) Eso no lo podemos hacer. (Aplausos.) Eso no lo podemos hacer.

Cada uno de nosotros debe tratar estos asuntos con una buena dosis de humildad. En vez de acusar o culpar, aprovechemos esta ocasión para ampliar nuestra imaginación moral, escucharnos unos a los otros más detenidamente, agudizar nuestro instinto de empatía y acordarnos de todas las nuestras esperanzas y sueños que tenemos en común. (Aplausos.)

Al fin y al cabo, eso es lo que hacemos, en la mayoría de los casos, cuando perdemos a un familiar, especialmente si sucede inesperadamente. Conmocionados, ponemos de lado la rutina y nos vemos forzados a la introspección. Reflexionamos sobre el pasado. ¿Pasamos suficiente tiempo con un padre anciano?, nos preguntamos. ¿Expresamos nuestra gratitud por todos los sacrificios que hicieron por nosotros? ¿Le dijimos a nuestro cónyuge cuánto lo queríamos, no solo de vez en cuando, sino todos los días?

Entonces, las pérdidas repentinas nos llevan a la introspección, a reflexionar sobre el presente y el futuro, sobre cómo llevamos nuestra vida y alimentamos nuestra relación con aquellos que aún nos acompañan. (Aplausos.)

Posiblemente nos preguntemos si les hemos mostrado suficiente bondad, generosidad y compasión a quienes nos rodean. Quizá cuestionemos si estamos haciendo lo correcto con nuestros hijos o nuestra comunidad, si nuestras prioridades están en orden.

Reconocemos nuestra propia mortalidad y recordamos que en el corto transcurso de nuestra vida, lo que importa no es la riqueza, el estatus, el poder ni la fama, sino más bien cuánto hemos amado - (aplausos.) -- y el granito de arena que pusimos para mejorar la vida de otros. (Aplausos.)

Y ese proceso -- ese proceso de reflexión, para asegurarnos de que nuestros actos vayan a la par de nuestros valores... creo que eso es lo que requiere una tragedia como esta.

Porque quienes resultaron heridos y quienes murieron son parte de nuestra familia, la gran familia de 300 millones de estadounidenses. (Aplausos.)

Tal vez no los conocíamos personalmente, pero con toda certeza nos vemos reflejados en ellos: en George y Dot, en Dorwan y Mavy, sentimos el amor absoluto que tenemos por nuestro esposo, esposa o nuestra pareja de toda la vida. Phyllis es... es nuestra madre o abuela; Gabe es nuestro hermano o hijo. (Aplausos.) En el juez Roll reconocemos no solo al hombre que valoraba a su familia y hacía bien su trabajo, sino al hombre que encarnaba la lealtad estadounidense por la ley. (Aplausos.)

Y en Gabby - en Gabby - vemos el reflejo de nuestro espíritu cívico, ese deseo de participar en el proceso muchas veces frustrante, muchas veces contencioso pero siempre necesario e interminable para forjar un país mejor. (Aplausos.)

Y en Christina...en Christina vemos a todos nuestros hijos, tan llenos de curiosidad, confianza, energía y encanto, tan merecedores de nuestro amor.

Y tan merecedores de nuestro buen ejemplo.

Si esta tragedia inspira reflexión y debate, como debería, asegurémonos de que sea merecedor de quienes hemos perdido. (Aplausos.) Asegurémonos de que no esté en el plano usual de la politiquería por ganar puntos, por pequeñeces, que se olvida en el siguiente noticiero.

La pérdida de esta gente maravillosa debería hacer que cada uno de nosotros procure ser mejor en nuestra vida privada; ser mejores amigos y vecinos, colegas y padres. Y si, como se dijo en días recientes, estas muertes ayudan a llevar más moderación al debate político, recordemos que no es porque la simple falta de moderación fue causa de esta tragedia -- no fue así -- sino porque solo un debate público más honesto y moderado puede ayudarnos a enfrentar nuestros desafíos como nación de la manera en que ellos se sentirían orgullosos. (Aplausos.)

Y debemos ser respetuosos porque queremos estar a la altura del ejemplo de funcionarios públicos como John Roll y Gabby Giffords, que supieron que primero y por encima de todo, todos somos estadounidenses y que podemos cuestionar las ideas de otros sin cuestionar su patriotismo, y que nuestro deber, al trabajar juntos, es agrandar constantemente el círculo que protegemos para que les leguemos el Sueño Americano a generaciones futuras. (Aplausos.)

Ellos creían, creían, y yo creo que podemos ser mejores. Quienes murieron aquí, quienes salvaron vidas aquí han ayudado a convencerme de esto. Puede que no podamos detener la maldad en el mundo, pero sé que la manera en que nos tratamos unos a los otros depende de nosotros mismos. (Aplausos.)

Creo que aun con todas nuestras imperfecciones, estamos llenos de bondad y decencia, y que las fuerzas que nos dividen no son tan poderosas como las que nos unen. (Aplausos.)

Estoy convencido de ello, en parte, porque una niña como Christina Taylor Green estaba convencida de eso. (Aplausos.)

Imaginen un momento: era una niña que apenas empezaba a conocer nuestra democracia, apenas empezaba a comprender las obligaciones de la ciudadanía, apenas empezaba a vislumbrar el hecho de que algún día ella también podría desempeñar un papel en forjar el futuro de su país. La habían elegido para el consejo estudiantil, pensaba que el servicio público era algo emocionante, algo que la llenaba de esperanza. Había ido a conocer a su congresista, alguien que tenía la certeza que era buena e importante, y tal vez un modelo a seguir. Vio todo esto con sus ojos de niña, sin el velo de cinismo o animosidad que los adultos con demasiada frecuencia simplemente damos por sentado.

Quiero que nos pongamos a la altura de sus expectativas. (Aplausos.)Quiero que nuestra democracia sea tan buena como Christina se la imaginó. Quiero que Estados Unidos sea tan bueno como ella se lo imaginó. Todos nosotros, todos debemos hacer todo lo posible para asegurar que este país esté a la altura de las expectativas de nuestros hijos. (Aplausos.)

Como ya se mencionó, Christina nos llegó el 11 de septiembre del 2001, una de los 50 bebés que nacieron ese día y que figuraron en un libro llamado "Las caras de la esperanza" (Faces of Hope). A ambos lados de su foto en ese libro había simples deseos para la vida de un niño. "Espero que ayudes a los necesitados", decía uno. "Espero que sepas toda la letra del Himno Nacional y que lo cantes con la mano en el corazón. (Aplausos.) Espero que saltes en los charcos de lluvia".

Si hay charcos de lluvia en el cielo, Christina está saltando en ellos hoy. (Aplausos.) Y aquí en esta Tierra, aquí en esta Tierra, ponemos la mano sobre el corazón y prometemos, como estadounidenses, que forjaremos un país que siempre sea merecedor de su alma alegre y gentil.

Que Dios bendiga a quienes perdimos y les dé paz y descanso eterno. Que Su amor y cuidados recaigan sobre los sobrevivientes. Y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América. (Aplausos.)



(Distribuido por la Oficina de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado de Estados Unidos)
Sitio en la Web: http://www.america.gov/esp

miércoles, 12 de enero de 2011

Mis Desvelos sobre Isla Calero.

¿Por qué nuestro Canciller simplemente confió en la palabra nica de que el dragado no nos afectaría? ¿No que era un especialista en ambiente?
¿Para qué esa movilización pseudo militar encabezada por Tijerino? ¿Qué pretendía? ¿A quién quería impresionar? A quién quería engañar? ¿Por qué Doña Laura lo permitió?
¿Por qué si con el movimiento inicial izamos la bandera en Calero, después otra vez estaban los nicas? ¿Cuándo nos retiramos? ¿Quién lo ordenó? ¿Por qué?
¿Por qué no hemos expulsado al Embajador Nica? ¿No se nos ha ocurrido o nos da miedito también eso?
¿Para qué gastamos tanto tiempo en la OEA? ¿Para qué sirve la OEA? ¿Para qué seguimos en la OEA?
¿Por qué rechazamos la ayuda logística-militar de Canadá? ¿Qué más hemos gestionado de esta naturaleza con países amigos?
¿Por qué si nuestros gobernantes están obligados por la Constitución a defender nuestra soberanía, hasta ahora no lo han hecho?
¿Por qué se permite que extranjeros ingresen ilegalmente a nuestro país, tengan armas no inscritas, armas ilegales, sin permiso de portación, etc., y la Fuerza Pública no se las decomisa? ¿La Ley de Migración y la Ley de Armas no aplican en Isla Calero?
¿Desde cuándo ser un país con vocación pacifista significa ser una Nación de siervos menguados?
¿Desde cuándo la frase “la tosca herramienta en arma trocar” dejó de tener significado real para los costarricenses?
¿Por qué nuestras autoridades han sugerido que ningún tico derramará una gota de sangre por Isla Calero, sin embargo se ha dejado entrever que podríamos pedir que ejércitos extranjeros vengan a recuperar nuestro territorio? ¿Por qué la sangre de hijos de otra Nación si debería derramarse por nuestra soberanía?
¿Cómo habrían actuado Juanito Mora o José Figueres ante una invasión similar? ¿Cómo habría actuado Rodrigo Madrigal Nieto si fuera el Canciller?
¿Cuánto más están nuestras autoridades dispuestas a ceder y tolerar? ¿Por qué?
¿Por qué? ¿Para qué? ¿Desde cuándo? ¿Cómo? Cuanto más?

jueves, 6 de enero de 2011

El lento despertar de un sueño delusorio

Acertadísimo comentario del Doctor Jaime Gutiérrez, publicado en el periódico La Nación el pasado 3 de enero. Lo comparto plenamente y recomiendo su lectura.

La peligrosa superstición de que la paz perdurable existe convierte en víctimas a algunas personas. Es evidente que no existe ni en el planeta Tierra ni en el espacio extra-terrestre. En las personas tampoco. No hay un segundo en la vida de una persona en el que algún aspecto de su existencia no le quite el sosiego. La paz perdurable habrá que encontrarla en la otra vida. Y la paz entre las naciones tampoco existe. Hasta por una paz efímera hay que luchar y merecerla.

La consecuencia de todo esto es que cuando la majadera realidad se encarga de desengañar a las personas que padecen ese mal, el concepto de la paz causa grandes enredos en su cabeza.

Pensamiento delusorio. El creyente de la religión de la paz padece de un pensamiento delusorio: tiende a no reconocer la mentira y a huirle a la verdad. Convierte la indefensión en una virtud y, en su mente, cualquier asomo de auto-defensa siente que atenta “contra la paz”. El resultado es que el potencial agresor cuenta con una garantía de impunidad. Desde el inicio, tiene a su pacífica víctima paralizada como con un rayo.

“Hoy me permito'recordarles (a los señores del norte)”, dijo doña Laura, “que solo los cobardes son valientes con los indefensos'La vocación de paz'es algo casi genético, (que) está en el ADN de nuestro pueblo”.Ser indefenso no es ningún elogio. Tampoco es correcto decir que la paz está en el ADN de los ticos. Hace poco, en el 48, nos dimos de balazos para garantizar la pureza del voto. No es por su ADN que el tico no se defiende. Es por otras razones menos enorgullecedoras.

La segunda consecuenciade la religión de la paz es una creencia –de un cuestionable valor moral— de que si son foráneos los que vienen a morir en defensa nuestra, entonces una acción militar es aceptable. En noviembre, doña Laura le pidió “a la comunidad internacional que nos entiendan' Pedimos que, por favor, nos saquen las tropas de nuestro territorio”. Esa súplica es parte del enredo de ideas que causa la palabra paz. No sacar nosotros sino que nos saquen.

Un país puede promover una política “de paz” con un compromiso recíproco de no agresión. Pero si uno es atacado sin provocación, tiene el deber de definir la forma en que se va a defender.

La agresión de Ortega no ha terminado. Nuestra ostensible debilidad tienta a cualquier maleante de su estirpe y Doña Laura nos alerta de futuros peligros: “nos han seguido amenazando de que van a seguir adelante. Han hecho insinuaciones de posibles incursiones en el río Colorado, de posibles trabajos que afecten la boca”.

Sin una fuerza militar, con la irrelevancia de la OEA, con el recurso de la ONU igualmente incierto y con una Corte Internacional de La Haya con jueces pero sin policías, nuestra Presidenta tuvo que enfrentarse a la realidad: “Ya hemos visto como el derecho internacional no responde con la agilidad y contundencia que responden las armas de fuego”. “Vean que no hacen lo mismo con Honduras'Nosotros estamos en permanente estado de indefensión”.

Fuerza disuasiva. Doña Laura se lamentó que, “ante la carencia de fuerzas armadas, Costa Rica también carezca de un cuerpo policial suficientemente grande, equipado y entrenado”. Pero la policía no es lo mismo que la fuerza militar que permite la Constitución. Esta no es una policía grande. Es una fuerza disuasiva. El tamaño de la policía no disuade a Ortega. La policía es para mantener el orden público y la seguridad de los ciudadanos. La fuerza militar es creada para disuadir al enemigo potencial y sustentar una tenue paz pero para aplastarlo militarmente si se lanza a violar la soberanía del país.

El Artículo 140 (16) de la Constitución otorga la responsabilidad a quien ejerce el Poder Ejecutivo de “disponer de la fuerza pública para preservar el orden, la defensa y seguridad del país”. Nuestro territorio fue invadido; cargo que establece, sin reservas, la creación de una fuerza militar para garantizar la defensa nacional. (Articulo 12). No se trata de si queremos o no “crear un ejército”. Se trata de si vivimos en un régimen de leyes o no. El deber de su destino obliga a doña Laura a cumplir con el imperativo de la ley.


JAIME GUTIÉRREZ MÉDICO