miércoles, 1 de julio de 2015

UN ACTO DE TRAICIÓN Y COBARDÍA

UN ACTO DE TRAICIÓN Y COBARDÍA
Eliécer Feinzaig
2006

El traslado de la Embajada de Costa Rica en Israel de Jerusalén a Tel Aviv es un acto traidor, injustificado, interesado, e insensato. El "timing" del anuncio es producto de la más rastrera cobardía.

Traición

La histórica relación de amistad entre Costa Rica e Israel está basada en valores compartidos. Durante años, Israel ha sido el único país con vocación democrática en el Oriente Medio, razón por la cual Costa Rica fue de los primeros países del mundo en reconocer en 1948 la independencia del entonces naciente Estado judío, y por la cual a través de las décadas ha honrado a Israel con su amistad a pesar de los intereses contrarios del mundo islámico y sus petrodólares.

La ubicación de la Embajada de Costa Rica en Jerusalén no es casual; es producto del reconocimiento por parte de Costa Rica del derecho de autodeterminación de los pueblos que, curiosamente, hoy únicamente le es negado a Israel. No existe ningún otro país del mundo cuya capital internacionalmente reconocida sea distinta de la escogida por el propio país.  El traslado de la embajada de Costa Rica es un acto de traición al amigo con el que se comparten principios y valores, y peor aún, un acto de traición a esos mismos principios y valores por los que Costa Rica es ejemplo en el mundo y que nuestro afamado Presidente dice respetar.

Sin justificación

Los argumentos presentados por el Presidente de la República y su señor Canciller no pasan de ser tristes excusas para un acto inexcusable. No es cierto, como ellos han afirmado, que con este acto Costa Rica se pone a tono con el derecho internacional y con los lineamientos de la Organización de las Naciones Unidas. Oscar Arias y Bruno Stagno han intentado confundir a la opinión pública costarricense e internacional.

La sede del gobierno israelí está ubicada en la parte nueva de Jerusalén, no en la Jerusalén Antigua, que es a la que Naciones Unidas otorga un estatuto especial de ciudad internacional. La embajada de Costa Rica en Jerusalén está ubicada en la Jerusalén moderna, y por ende no viola el estatuto de ciudad internacional de Jerusalén Antigua.

Pero hay más. No existe ninguna resolución VINCULANTE que obligue a los países a ubicar su embajada en Tel Aviv o a no tenerla en Jerusalén. Cuando Costa Rica decidió establecer su embajada en Jerusalén en 1982, no lo hizo a contrapelo del ordenamiento jurídico internacional, sino en el pleno ejercicio de su derecho de reconocer el derecho de la autodeterminación del pueblo de Israel. La resolución de la ONU a la que han hecho mención don Oscar y don Bruno no es más que una recomendación de un órgano político y politizado de la ONU, mas no una resolución de acatamiento obligatorio. Por esa razón, ni Costa Rica ni El Salvador han sido objeto de sanciones internacionales ni de ninguna otra resolución de la ONU conminándoles a ponerse "a derecho".

Más aún. La Organización de las Naciones Unidas reconoce al gobierno de la República Popular China (la China comunista) como el verdadero representante del pueblo chino. La República de China en Taiwán, con quien Costa Rica mantiene relaciones diplomáticas, ni siquiera está reconocida como país independiente, y por ende no tiene cabida en la ONU. Si lo que es bueno para el ganso es bueno para la gansa, ¿por qué Costa Rica no se pone a derecho y rompe con Taiwán para establecer relaciones con la China Popular? Pareciera que en este caso el deformado derecho internacional la segunda Administración Arias Sánchez dice defender no es tan importante como ciertas otras consideraciones de diferente naturaleza.

Intereses funestos

Sin siquiera parpadear, nuestros flamantes Presidente y Canciller han reconocido que la traidora decisión es motivada por un interés de establecer relaciones diplomáticas – y sobre todo comerciales – con los países árabes "moderados". Esos países llamados moderados – Jordania, Qatar, entre otros – son tan moderados que sus ciudadanos no tienen derecho a escoger sus propios gobiernos, y sus mujeres tienen menos derechos que los que tenían las mujeres europeas en la Edad Media.  Para ellos no existen resoluciones de Naciones Unidas exigiendo el respeto a los más básicos derechos humanos. Claro que no, ellos si tienen derecho a la autodeterminación, aunque eso implique que el resto de los mortales tenga que aceptar que un sexto de la población mundial no tenga derechos básicos.

La razón por la que para Oscar Arias el "derecho internacional" es importante para agraviar a Israel pero no lo es para romper con Taiwán y reconocer a China Popular, es la misma que lo impulsa a buscar relaciones con los países árabes: su interés primordial es el económico. Lamentablemente, en nuestro país ya hemos visto con tristeza como las relaciones internacionales basadas en el interés económico nos hacen aparecer como siervos menguados ante la opinión pública internacional, y se prestan para todo tipo de actos cuestionables que no es menester mencionar aquí.

Insensatez

Para nadie es un secreto que algunos países árabes y/o musulmanes utilizan sus embajadas para facilitar las actividades ilícitas de algunas organizaciones islamofascistas extremistas, en aras de atacar "los intereses del sionismo" o "los intereses del Gran Satán americano" en sus países sede. Argentina ya conoce – aunque poco parece importarle – los resultados funestos del coqueteo con el mundo islámico.  El 17 de marzo de 1992 un comando terrorista de la Yihad Islámica colocó una bomba en la Embajada de Israel en Buenos Aires con la colaboración de personal de la embajada de Irán, matando a 22 personas, tanto israelíes como argentinos. Dos años después, el 18 de julio de 1994, un comando de Hezbolá, con la colaboración una vez más del personal de la embajada de Irán, voló por los aires el edificio sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el principal edificio de la comunidad judía argentina. En este último atentado murieron 85 personas, casi todas argentinas, no todas judías.  Un país vulnerable como Costa Rica no puede darse el lujo de coquetear con semejante peligro. Costa Rica es un país democrático, pacifista y civilista. No tiene ejército, leyes, ni servicios de "inteligencia" que le permitan prevenir un ataque terrorista. Nada tiene que hacer en semejante compañía.

Descaro y Cobardía

La elección del momento para hacer el anuncio del cambio de sede de la Embajada de Costa Rica en Israel refleja el descaro del decisor y revela la cobardía del acto.

El anuncio, hecho el día que entró en vigencia el cese al fuego entre Israel y Hezbolá – si, la misma Hezbolá que mató a 85 civiles en Argentina en 1994 – buscaba capturar la máxima audiencia internacional, para atraer la atención mundial sobre nuestro últimamente opacado Premio Nobel de la Paz. Una excelente estrategia de comunicación, descarada, pero efectiva. Indudablemente el objetivo fue alcanzado; tristemente, revela que Oscar Arias cree en aquella máxima política que dice que no importa que hablen mal de uno, lo malo es que no hablen de uno del todo.

El "timing" del anuncio también parece enviar una señal a Hezbolá: ataquen a Israel cuantas veces quieran; los amigos de Israel estamos dispuestos a darle la espalda siempre y cuando ustedes no se metan con nosotros. Por eso concluyo llamándolo un acto de rastrera cobardía.

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