lunes, 6 de septiembre de 2010

¿ELIMINAR LAS ARMAS DE FUEGO?

Les copio artículo del señor Ramón Lamboglia Castillo, Presidente de la Asociación de Reservistas de Costa Rica, publicado por el Diario Extra el pasado 2 de setiembre. Plenamente compartido.


Desde los más tempranos días de la historia, el hombre tuvo que improvisar instrumentos para protegerse de los peligros existentes en su entorno.

Hoy, las armas en manos de hampones se han convertido en sus “instrumentos de trabajo” y con ellas siembran el terror entre los ciudadanos honestos, a quienes arrebatan sus posesiones y hasta sus vidas. Por este motivo, los gobiernos modernos regulan y permiten la posesión de armas en manos de los civiles para que puedan defenderse de los delincuentes. Este derecho está consagrado en las constituciones políticas de muchos países como Estados Unidos, donde la Segunda Enmienda a su Constitución, garantiza el derecho de los ciudadanos a poseer armas. En países del primer mundo como Suiza, Noruega, Israel, Dinamarca, Grecia, Alemania y Austria sus ciudadanos, en un alto porcentaje, poseen armas para su defensa, y en estos países, se registran los más bajos índices de criminalidad, contrastando con países como Rusia, México, Venezuela y Brasil, donde las armas son prohibidas para la ciudadanía, pero donde el mercado negro abastece a los más vesánicos delincuentes de todo tipo de sofisticadas armas y donde hasta niños de 9 y 10 años poseen armas y ganan dinero ejerciendo el sicariato. Ya está sucediendo en Costa Rica. Sabemos de la existencia del mercado negro que se lleva a cabo en muchas de las llamadas “áreas marginales”, donde se puede comprar desde una pistola calibre 22 hasta una AK47. En la ciudadela León XIII, en La Carpio, en el Parque de La Merced y en otros sectores se comercia por la libre hasta con “armas de guerra”.

El artículo 21 de la Constitución establece la inviolabilidad de la vida humana, y aquí descansa el derecho que tienen los costarricenses a poseer armas para su defensa. No tenemos porqué renunciar a nuestros derechos esenciales, como el derecho a la libertad, a la inviolabilidad del domicilio, a la intimidad, a manifestar nuestras opiniones, a la igualdad ante la ley y al derecho divino a la vida.

En 1997, Inglaterra prohibió la posesión y compra de armas por los civiles y en 2000 se cometían el doble de delitos que en Estados Unidos. El mercado legal de la venta de armas se vino abajo, pero la venta de armas en el mercado negro se convirtió en un negocio sumamente lucrativo.

La prestigiosa Universidad de Harvard hizo una meticulosa investigación denominada “¿Would Banning Firearms Reduce Murder and Suicide?” (¿Reduciría la prohibición de las armas de fuego los asesinatos y suicidios? La conclusión fue que en ningún país con altos índices de posesión de armas de fuego entre sus habitantes, la criminalidad era mayor que en los países con bajos índices en la posesión de estas, sino todo lo contrario.

“Cuando tener armas esté fuera de la ley, los únicos que tendrán armas serán precisamente los que estén fuera de la ley”.

Hace unos dos meses sucedió algo que me llenó de indignación. En un retén policial fueron detenidos 3 carros de lujo ocupados por 5 colombianos indocumentados adornados con gruesas y valiosas cadenas y otras joyas de oro. Cuando la policía registró los autos encontró varias pistolas 9mm. escondidas en cartucheras metálicas fijadas a ambos lados de los motores. La fiscal a quien le llevaron el caso los liberó inmediatamente, alegando que ella no veía delito alguno en este hecho. (Extranjeros indocumentados, sin medios de vida honestos, sin domicilio fijo, armas sin inscribir y sin permiso de portación). ¿Por qué esta fiscal se apresuró a liberar a estos indocumentados con aspecto de narcotraficantes armados ilegalmente? ¿Fue víctima del miedo? Estamos seguros de que si los protagonistas de este caso hubieran sido costarricenses honrados, la opinión de la inteligente fiscal hubiera sido otra.

Se dice que el sentido común es el menos común de los sentidos y estoy convencido de que es así, no importando los títulos académicos de los que hacen alarde algunos políticos. El proyecto de ley presentado en la Asamblea Nacional para prohibir todas las armas de fuego en manos de civiles será muy alegremente aplaudido por todos los delincuentes y no sería extraño que en “la Cueva del Sapo”, o en la León XIII, o en Guararí de Heredia le organicen un alegre homenaje y hasta le otorguen un valioso premio al “genio” que confeccionó ese mamotreto jurídico.

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