lunes, 22 de noviembre de 2010

A dos millas del lago

Ahora que se han calentado de nuevo los ánimos de uno y otro lado del Río San Juan, vale la pena pegar una repasada por lo que dicen los documentos oficiales que delimitan nuestras fronteras. Es capaz que con todo este escándalo que han hecho los nicas, el "tiro les sale por la culata" y recuperamos algo de terreno. Claro está, para eso se requeriría de sagacidad, determinación, conocimiento, valentía y empeño de nuestras autoridades, así que la cosa no está fácil. Veamos este artículo del señor Freddy Pacheco, publicado en La Nación el 29 de julio del 2009.

Gracias a la generosidad de ciertos funcionarios ticos, Nicaragua estaría viendo aumentado su territorio en un área equivalente a la que suman los cantones de San José, Palmares, Barva, Santo Domingo, Belén, Escazú, Goicoechea, Alajuelita, Tibás y Moravia. Doscientos noventa y siete kilómetros cuadrados (297 km²) de territorio costarricense están siendo regalados, en un acto de altruismo excepcional, en la zona limítrofe al sur del lago de Nicaragua.

Dicha donación es comparable a la de tomar las superficies ocupadas por esos 10 cantones y, sin que haya sido siquiera solicitado por los funcionarios nicas, se les comunique que pueden hacer uso soberano de ellos.

Pues sí, aunque parezca mentira o algo parecido a un cuento de mal gusto, gracias a decisiones tomadas hace un tiempo en la Cancillería tica y el Instituto Geográfico Nacional, 297 km² de superficie costarricense del norte del país han perdido su carácter tico al haber sido regaladas al país vecino. Decisiones que, como se podrán imaginar los estimables lectores, se oponen a lo señalado en el Tratado Cañas-Jerez, que fue suscrito por el general Cañas en representación de Costa Rica, en 1858, como resultado de una negociación mediante la cual se delimitaba la frontera terrestre entre Nicaragua y Costa Rica.

Nuestra soberanía. Ahora bien, si el asunto fuese confuso y necesitara de una compleja interpretación, tal vez justificaríamos tal afrenta a la Patria, pero, como no lo es, con gusto nos sumamos al puñado de ciudadanos costarricenses que han venido reclamando, de parte de nuestros gobernantes, el respeto por dicho Tratado de límites y por la Constitución Política, en cuanto a que “Nadie puede arrogarse la soberanía”, como lo han hecho los responsables de este desaguisado técnico-diplomático.

¡Veamos cuán sencillo es! Resulta que el Tratado Cañas-Jerez dice claramente que “La línea divisoria de las dos Repúblicas…” ha de seguir “un curso que diste siempre dos millas… de la margen derecha del propio Lago”. Sin embargo, nuestros brillantes y generosos funcionarios, hace tan solo 15 años (en 1994) insistieron en una línea divisoria que en un punto está alejada ¡5,5 millas de dicha margen!

Línea divisoria que, como lo puede comprobar usted, amigo lector, con solo echar una rápida mirada a cualquier mapa de Costa Rica, jamás sigue lo estipulado en el Tratado firmado hace 144 años. ¿Y por qué?, se preguntarán ustedes. Pues porque algunos se arrogaron la soberanía de Costa Rica y, actuando a nombre propio, promovieron y siguen defendiendo (un poco en las sombras) una delimitación que nada tiene que ver con lo acordado a mediados del siglo XIX y que tiene plena vigencia.

Comisión Alexander. Como parte de sus argumentos con los cuales justifican esa “Teletón pro Nicaragua”, han hecho uso torcido de los textos de las actas de la llamada Comisión Alexander (unos librotes enormes de 40 x 30 cm y varios cientos de páginas llenas de mapas, cifras y diagramas que se robaron de la Cancillería, según declara en 1995 el exvicecanciller don Rodrigo Carreras).

Decimos “indebido” pues, como se lo manifestó con claridad a un exministro de Justicia el ciudadano Rafael Gamboa, “el Sr. Alexander fue una persona extremadamente correcta, que actuaba de conformidad a los principios de la ética profesional, y me niego a creer que pudo estar de acuerdo en colocar un mojón más allá de las dos millas establecidas”. Y es que, consecuente con lo anterior, el Gral. Alexander, en el Laudo N.° 4, cita cinco veces que la distancia de la frontera a la margen del lago ha de ser de 2 millas. Así que no podían citar un documento que ni siquiera tenían en su poder, los funcionarios públicos del Instituto Geográfico y la Casa Amarilla, para justificar el regalo que hacen de nuestra Patria.

Por otro lado, más allá de los inmerecidos maltratos a que han sido sometidos los vecinos de las tierras regaladas por unos despistados empleados públicos, por su investidura, ha de tomarse en cuenta lo expresado por el expresidente José María Figueres: “(…) se realizó un amojonamiento en línea recta, cuando lo que correspondía era hacerlo paralelo al borde del lago de Nicaragua, según lo establece el Tratado Cañas -Jerez” ( La Prensa Libre , 7-9-94).

Corrección del error Por todo lo anterior (y más), instamos muy respetuosamente al presidente Óscar Arias a iniciar las gestiones que permitan la corrección de ese error cometido por funcionarios ticos. Parece tan fácil ubicar, con exactitud milimétrica, los mojones a 2 millas del lago de Nicaragua, que nos parece incomprensible la actitud de los culpables de pretender disimular su error, aunque eso signifique usurpar el sagrado suelo nacional.

Ha de quedar claro que los nicaragüenses jamás han exigido, o al menos pretendido, el irrespeto al Tratado Cañas-Jerez, cuando más bien su actitud oficial ha sido la de defender fielmente lo allí escrito. Ejemplos recientes son bien conocidos. Así que esperamos precisamente lo mismo de parte de los nuevos gobernantes costarricenses, aunque con ello entren en conflicto con funcionarios gubernamentales que mantienen una actitud que podríamos calificar de intransigente.

FREDDY PACHECO
Catedrático de la UNA

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