miércoles, 26 de agosto de 2009

Disonancias de la sociedad

Todos los países invierten, según sus posibilidades y prioridades, en proveer a su población de oportunidades de crecimiento y desarrollo. Lo anterior incluye dotar de educación, en todos sus niveles, a los jóvenes, quienes son baluarte fundamental para la continuidad y prosperidad de la sociedad; generación de suficientes fuentes de trabajo para absorber la mano de obra disponible, proveer servicios de seguridad social para garantizar la salud y el bienestar de su gente y tantas otras cosas que son los principales indicadores de desarrollo humano que escuchamos en los medios de comunicación y que nos recuerdan, como una promesa de campaña, cada cuatro años los candidatos de turno.
El no tener ejército, le ha permitido a Costa Rica utilizar de manera más eficiente sus recursos y con ello abrir una importante brecha con sus vecinos en la mayoría de esos indicadores y le ha servido para apuntalar una sociedad que en promedio es próspera e incluso con grandes oportunidades de dar el salto final al desarrollo. Lo anterior no ha evitado, por supuesto, que una parte de su población se “descuelgue del tren” y caigan en situación de pobreza y exclusión. La gran mayoría de estas personas enfrentan su condición con hidalguía y dignidad y esperan que la faceta asistencialista del gobierno, al menos les permita satisfacer sus necesidades más elementales.
Pero también están los otros, un minúsculo grupo de cobardes e indolentes que hacen de la delincuencia su “modus vivendi”. Los hay asaltantes, ladrones, violadores, asesinos y toda una suerte de adefesios.
El sábado anterior nos tocó a nosotros sufrir a estas lacras. Estando mis papás solos con mi hija de cinco meses de nacida, la casa de ellos fue violentada y fueron amenazados por al menos dos cobardes encapuchados y armados, quienes se sentían muy valientes enfrentando, en esa condición, a dos adultos mayores y una bebé. Miserables y excretables seres.
Gracias a Dios, que tiene condición divina, todos están bien, es más, ni siquiera nos robaron, sepa el Creador por qué. Creo que el ángel de la guarda realmente existe y actúa. Además, es indiscutible que nos salvó la serenidad e inteligencia emocional con que actuaron mis padres.
Es aquí donde de nuevo debe actuar el gobierno y entonces procurar que estos desechables caigan oportunamente y enfrenten todo el peso de la ley. Ya lo sé, suena romántico y utópico, pero sigo creyendo en Costa Rica, en sus virtudes, sus oportunidades y sobretodo, en su estado de derecho.
Yo mientras tanto, en mi condición humana, hiervo en rabia y furia por lo que le hicieron vivir a mis padres en esos minutos.

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