viernes, 28 de octubre de 2011

Costosa inseguridad

Adjunto este excelente Editorial de esta semana del periódico El Financiero, con un enfoque sobre la inseguridad de nuestro país como debe ser: serio, responsable, integral y propositivo; alejado, por lo tanto, del discurso facilista y menguado de nuestros gobernantes, expertos en seguridad y ONGs asesora-patrocinadoras.

Costosa inseguridad

La inseguridad se ha convertido en un costo significativo y creciente para las empresas y familias costarricenses. En años recientes, un tercio de todos los hogares (según Latinobarómetro) y un 42% de las compañías comerciales dicen haber sido víctimas de incidentes delictivos.

Para las familias, la criminalidad implica invertir y operar sistemas de seguridad en las casas, que requieren de dinero, atención y seguimiento. Los ciudadanos se sienten limitados en su movilidad, por temor a ser asaltados en la calle, a dejar un vehículo sin resguardo o a dejar su casa sola. Tal vez el mayor costo sea la pérdida de tranquilidad, que afecta la calidad de vida de todos.

Para las empresas, la inseguridad implica costos directos e indirectos. Los costos más directos son proteger sus instalaciones, vehículos, operaciones y clientes por medio de guardas, cámaras y su monitoreo, mallas –en algunos casos con alambre de navaja o electrificado–,trackers vehiculares, tapias, portones y parqueos seguros. Las compañías se ven afectadas también en sus horarios de trabajo, imagen, confianza de sus clientes, relaciones con la comunidad y hasta en la estética de sus fachadas. Deben proteger incluso la entrada y salida de sus empleados, todo lo cual disminuye la productividad y rentabilidad.

Estos costos se dan en firmas comerciales, industriales y de servicios; en instalaciones académicas y de investigación; en zonas residenciales o comerciales. Nadie parece estar exento del creciente costo de la inseguridad.

Como si fuera poco, la inseguridad ha pasado de afectar la propiedad a amenazar, con mayor intensidad, la integridad física de las personas. La violencia, el crimen organizado, el narcotráfico y el sicariato, que otrora se veían como problemas lejanos, hoy son temas recurrentes.

El problema se magnifica cuando afecta de manera directa la dinámica del desarrollo, es decir, cuando la inseguridad empieza a afectar el volumen y calidad del turismo, la atracción de inversión extranjera y la productividad de las empresas locales.

Aunque Costa Rica es mucho más segura que otros países de la región, la percepción internacional del país está cambiando al ser incluido en “listas negras” de naciones de producción y tránsito de drogas y –en años anteriores– en listas de naciones de alto riesgo para los turistas.

La inseguridad es un tema que ya no puede esperar un abordaje eficaz por el conjunto de la sociedad. El tema debe ser enfrentado con nuevas ideas y programas, en conjunto por el Estado, el Gobierno, el sector productivo, la sociedad civil organizada y las comunidades, pues afecta a todos y requiere de acción coordinada y una fuerte alianza público-privada para aspirar a una solución estructural.

La revitalización de un contrato social caracterizado por el respeto, la paz y la seguridad requerirá de acciones constantes y de largo plazo, pues los temas son complejos. Y es que lo hecho hasta ahora no rinde los resultados esperados. Si hay sectores y zonas en que la criminalidad ha disminuido es por que se incurre en nuevos y mayores costos y se hacen más inversiones, no porque haya menor riesgo en la práctica.

Tratar el tema de la seguridad implica trabajar en la educación de la población, el fortalecimiento del contrato social, el abordaje eficaz de los problemas de la juventud y la mejora continua de los sistemas del Estado involucrados en el tema: una policía bien entrenada, permanente y respetada por su autoridad y servicio; un sistema judicial productivo y eficaz en su gestión; un sistema carcelario moderno, seguro y eficiente en el uso de los recursos; un sistema de control de fronteras fuerte y moderno, y políticas de combate al narcotráfico que reten las prácticas comunes con esquemas centrados en la despenalización del consumo y la atención de los adictos por el sistema de salud.

Fracasar implica aceptar un ambiente nacional de menor productividad, inversión y calidad de vida. Un escenario claramente inaceptable.


1 comentario:

  1. Que buen editorial, realmente está buenísimo, con un enfoque holístico, comprensivo del problema, y además ese penúltimo párrafo marca clara y puntualmente una serie de acciones específicas que se constituyen en la manera de abordar este problema de forma que se pueda avanzar en su solución. MUCHAS GRACIAS por compartirlo.

    ResponderEliminar