viernes, 24 de julio de 2009

Miopía crítica

Grande es el privilegio del librepensador que escribe desde la libertad de la llanura, donde se percibe el viento del acontecer, sin importar su dirección. Privilegio que también yo me permito ejercer en estas líneas.
Es ésa condición ideal, puesto que no se tiene las ataduras de los dogmas preestablecidos, los condicionamientos de las aspiraciones políticas, ni el encierro del ensañamiento ideológico. Es decir, siempre y cuando se haga con responsabilidad, se puede pensar, opinar y escribir sobre cualquier cosa. Cuanta fuerza liberada de la pluma.
Miles son los temas posibles, innumerables los acontecimientos, personas de carne y hueso todos los actores de la vida. Es por lo anterior, que resulta insólito que alguien que tiene asegurado un espacio semanal en un importante diario nacional, el día de mayor circulación, lo malgaste semana a semana con un tema trillado y desde un enfoque que él mismo ha convertido en refrito.
Pero aún más inconcebible es que ese alguien sea Don Rodolfo Cerdas, intelectual capaz, hombre serio, de criterio bien fundamentado y con una interesante travesía ideológica a sus espaldas.
Desde hace varios años lo leo los domingos, buscando acrecentar mi acervo con el bien forjado pensamiento del señor Cerdas. Por eso mi preocupación ha venido en aumento, al ver que una enorme catarata monotemática cubre el otrora agudo “Ojo Crítico” dominical.
La realidad nacional es mucho más amplia y rica que la novelesca historia de amor y odio de nuestros partidos políticos. Tenemos grandes retos por enfrentar, los cuales deberían ser abordados con profundidad por los privilegiados de formación, experiencia y posición. Nuestros triunfos y fracasos como país merecen ser analizados, exprimidos y seccionados. Solo así, seremos capaces de aprender como sociedad y legar un mejor futuro a nuestros hijos.
Desconozco si el señor Cerdas es el acuñador del término PLUSC y que, por lo tanto, eso explique el incansable uso en su columna, lo que sí es cierto es que poco aporta al lector y a su ejercicio intelectual. Los fantasmas solo habitan en la mente de quien les permite su recreo.
Prefiero pensar que éste solo ha sido un enorme bache en la pericia de Don Rodolfo, que su miopía es temporal y que la catarata es removible. De lo contrario, asumo que más temprano que tarde, su espacio tendrá que sufrir trasplante, tal y como sucedió con la “zopizonchesca” columna sabatina.

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